martes, 6 de enero de 2009

CAPITULO XXVII

El cura y el barbero han ideado un plan para que Don Quijote vuelva de las montañas: uno se disfraza de doncella y otro de escudero.
Empiezan el camino y más tarde encuentran a Sancho Panza cerca de las montañas. El escudero de nuestro protagonista se hecha a reír al ver aquel montaje.
El cura y el barbero, sosegados, descansan en una sombra y oyen una voz que recita sobre la hora, el tiempo y la soledad. Esta voz pertenece a Cardenio, que les pide que escuchen su historia: estando en relaciones serias con Luscinda, recibe una carta de ésta animándole a consumar el matrimonio. Confía en su señor, don Fernando, para que realice los trámites previos mientras él se ausenta unos días para realizar un encargo del propio don Fernando. Sin embargo, es el propio don Fernando el que pide matrimonio a Luscinda, aprovechando la ausencia del amado. A todo esto, Cardenio recibe una carta de manos de un enviado de Luscinda que la informa del giro inesperado de los acontecimientos, y retorna a toda prisa a casa de Luscinda.Consigue hablar con ella antes de la boda y ella le promete suicidarse antes que casarse con otro, pero llegado el momento, ella no cumple su promesa y se casa con don Fernando. Cardenio presencia este momento a escondidas. Se siente totalmente engañado y decide irse a unas montañas perdidas. Desde entonces vaga por esos montes, donde se encuentra con Don Quijote, y relata su triste historia de amor.
Cide Hamete Benengeli decide dar fin a la tercera parte de la narración.

1 comentario:

  1. La novela encadena novelas dentro de la novela con una abundancia admirable

    ResponderEliminar